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La envidiable tozudez de los pensionistas

La envidiable tozudez de los pensionistas

Antonio Pérez Collado, CGT País Valencià i Murcia

Tras años de tenaz presencia en las calles aun te los puedes encontrar, cualquier mañana de estas, en la plaza del barrio o en la puerta del mercado del pueblo; van con su megáfono, su pancarta y sus chalecos, son los pensionistas que no se cansan de repetir que “Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden”. Y eso hacen, defender el derecho a la pensión; a la suya y a la de quienes vendrán después.

Donde es difícil que los veas es en las noticias de la tele; en la caja tonta no hay sitio para unas decenas de viejos indignados, todo el espacio está reservado para concursos, tertulias, cotilleos, novelas de amores de siempre y futboleros partidos del siglo. No importa: ellos siguen como si la vida que les queda dependiese de sus ganas de luchar.

Tampoco se les encuentra ya, a primeros de cada mes, en la puerta de los bancos esperando el ingreso de la pensión. Esas calculadoras instituciones han cerrado miles de oficinas, dejando barrios y pueblos enteros sin sucursal y, aun teniendo la suerte de contar con una cerca, tampoco te van a atender con la amabilidad que merece una persona mayor: Domines o se te resistan las nuevas tecnologías, tu destino es el cajero automático o la banca on line. Eso sí, las comisiones que te cobran por tener tu dinero trabajando para ellos no dejan de incrementarse.

Habrá quien piense, ante la reiteradas pero menguantes movilizaciones de los jubilados, que tales protestas han perdido el sentido desde que el Gobierno ha mejorado el poder adquisitivo de las pensiones. Ante esa observación viene como anillo al dedo la popular aclaración de que ser mayor no es ser tonto, y entender lo que los ministros no quieren decir. Afirman políticos y economistas ortodoxos del credo capitalista que las pensiones suben según lo hacen los precios, pero no explican que han cambiado la forma de calcular el IPC: antes se tomaba en cuenta el índice de precios al consumo del último año y ahora se saca una medida de los doce meses anteriores; total, que el IPC real de 2021 fue del 6´5% mientras que las pensiones han tenido un incremento del 2´5% para el año en curso… y encima a partir de 2022 ya no se cobrará la  paguilla de enero que pretendía compensar las pérdidas del año anterior.

Y aunque hay pensiones máximas ¡quién las pillara! superiores a 2.800 euros, lo cierto es que la mayoría se queda muy lejos de esas cifra, estando la media alrededor de los 1.200 y quedando millones de personas que perciben entre los 721 y los 1.000 €/mes. Es evidente que, por poco consumistas que sean los mayores, para que la paga llegue a fin de mes hay que hacer muchos números y muchos sacrificios.

Encima son los productos y servicios que más precisan los mayores los más afectados por el galopante incremento de los precios: alimentación, alquiler, luz, gas (la bombona de butano ya cuesta casi 20€, un 19´55% más que hace un año) por lo que la insuficiente subida de la pensión de este año hace meses que se la comió la especulación.Tendremos que reconocer, en definitiva, que esos grupos de jubilados protestones tienen toda la razón del mundo y no sería descabellado que el resto nos sumáramos a su lucha… que también es la nuestra, por muy compleja y lejana que podamos ver la propia jubilación.

Antonio Pérez Collado

(Publicado en Levante-EMV)

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